jueves, 18 de julio de 2013

¿Libertad o seguridad?

A Albert Einstein se le atribuye esta frase: 'Vine a Estados Unidos porque oí que en este país existía una gran, gran libertad. Cometí un error al elegir Estados Unidos como una tierra de libertad, y es un error que en el balance de mi vida ya no puedo compensar'. 

Continuando con el post de ayer, nos está tocando vivir en una sociedad paranoica, dispuesta a sacrificar su libertad personal y su privacidad a cambio de la seguridad y la información, sobre todo si hay morbo por medio. Estos días, todos hemos tenido acceso a la conversación del papa Francisco con un amigo argentino o a las revelaciones de Bárcenas al juez Ruz, transmitidas en directo por twitter.

Estamos cada vez más controlados y más vigilados. Hemos perdido libertad y privacidad. Y, sin embargo, en mi opinión, estamos más inseguros que nunca, con miedo de todos y de todo. La globalización nos ha traído el american way of life y con él el fin de la privacidad, no en favor de la transparencia, sino del morbo, el espectáculo o la exhibición impúdica, que nos conduce a un clima generalizado de desconfianza, de todos y de todo. Da lo mismo que hablemos de política ('todos son corruptos'), de religión ('no me creo nada')... o de doping ('todos se meten').

En Sefarad, la novela que leí la semana pasada, se cita la vida en un pueblo de la provincia de Jaén, en el que por un agujero de la puerta de uno de los personajes salía una cuerda con la que, tirando desde fuera, cualquiera podía entrar en su casa. Exactamente igual que en mi casa, cuando yo era un chaval, hace 50 años. Ahora, en mi casa, mis hijos, cuando llegan, cierran la puerta con llave desde dentro y cuando se van dejan la radio y las luces encendidas. Tenemos muchas más medidas de seguridad... y estamos mucho menos seguros.

Y me atrevo a pronosticar que a no mucho tardar, incluso en Euskadi, la policía y las Fuerzas Armadas serán las instituciones más valoradas, como ya sucede en España y en otros países.

Estamos sufriendo el castigo que nos pronosticó Benjamín Franklin cuando afirmó, hace más de 200 años, que: 'Aquellos que cederían la libertad esencial para adquirir una pequeña seguridad temporal, no merecen ni libertad ni seguridad'.


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