martes, 2 de julio de 2013

Olveiroa-Muxia

A las 7:30, hemos iniciado la tercera etapa de nuestro Camino de Santiago a Fisterra, haciendo una variante por Muxia. La salida de Olveiroa nos ha permitido apreciar un bonito pueblo, muy cuidado y volcado en el Camino. Y un primer detalle. Después de pagar la cuenta del hotel As Pías (muy recomendable), he recordado que necesitábamos una botella de agua. Al ir a pagarla, el dueño me ha dicho: 'No es nada, ya me le pagará cuando vuelva'.
El hórreo más largo de Galicia

Con el cielo nublado, sin apenas viento, hemos iniciado la ascensión al monte Do Sino, que ofrece preciosas vistas del valle y del río. Llegamos a Logoso y, más adelante, a Hospital, donde debemos elegir entre Fisterra y Muxia. 

Por una pista de tierra, bajamos hasta Dumbría, un pueblo con encanto, muy bien cuidado, donde llegamos a las 10:00 y tomamos un tentempié: café con leche, cola cao y dos donuts por 3 €. ¿Qué os perece?. Todo ello aderezado por la charla con los parroquianos, gallegos cerrados, que se abren en cuanto les decimos que somos vascos.

A continuación, nos adentramos en una sucesión de pistas forestales fronterizas con bosques de pinos y eucaliptos, que rivalizan por colonizar un paisaje espectacular.

Seguimos por Senande. Terreno poco accidentado, caminando por pistas protegidas por altísimos árboles. A las 13:30 llegamos a Quintáns, donde, por 14 €, disfrutamos de una apetitosa comida casera.

Con el depósito lleno, a las 14:20, iniciamos la parte más dura del recorrido, ya que tenemos que superar dos largas subidas. La primera, hasta San Martiño de Ozón, bajando a Os Muiños. La segunda, subiendo hasta la ermita de San Roque, desde donde bajamos hasta la playa de A Cruz.

Muxia
En esa playa, nos quitamos las zapatillas, la recorremos con los pies en el agua y llegamos con las chancletas al hotel A de Loló, une verdadera joya, en medio del tesoro de Muxia- localidad que se hiciera famosa por la catástrofe del Prestige- adonde hemos llegado a las 17:30, después de recorrer 34 kilómetros.

Aunque el verdadero tesoro de Muxia son sus personas. Os cuento. Pili, con ampollas desde el primer día -quién diría que una montañera experimentada como ella estrena calzado para hacer el Camino- ha sufrido lo indecible para llegar a Muxia, especialmente en las dos últimas bajadas, muy pronunciadas, buena parte de las cuales ha hecho marcha atrás. Entre llegar al hotel, ducharnos, hacer la cura de las ampollas, organizarnos, etc. nos han dado las 19:30. 

A esa hora, nos hemos acercado a la Oficina de Turismo a sellar nuestras credenciales. Allí, Jesús, el encargado, al ver los pies de Pili, le ha preguntado por ellos. Al contarle nuestro problema, inmediatamente, ha llamado a su hermana Kelen (sí lo he escrito bien), podóloga, que nos ha recibido en su casa a las 20:30, ha estado más de una hora con Pili, con una paciencia infinita, reparando sus maltrechos pies, le ha dejado unas zapatillas especiales para hacer la etapa de mañana y se ha negado en redondo a cobrarnos por nuestra condición de peregrinos. Vuelvo a preguntar: ¿qué os parece?

Yo sólo puedo decir, con Francisco de Quevedo, que 'el agradecimiento es la parte principal de un hombre de bien'.

Eskerrik asko! Kelen y todos aquellos cuyo nombre no recuerdo, que se han desvivido por atendernos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario