martes, 27 de mayo de 2014

Lisboa capital de España

Praça do Comércio
No, no me refiero a la invasión sufrida por la elegantemente decadente, a la par que respetuosa y delicada capital portuguesa por parte de las hordas futboleras procedentes de la auténtica capital de España con ocasión de la final de la Champions League del pasado sábado, que nos ofreció escenas tan impropias como la celebra-ción de Florentino con Aznar; y tan patéticas como la exhibición de CR7 tras marcar en gol de penalti, en el último minuto de la prórroga a un equipo que ya perdía 4-1 y que estaba totalmente grogui desde que Bale consiguiera el 2-1.

Estoy releyendo Todo lo que era sólido, ensayo de Antonio Munoz Molina, publicado en febrero de 2013, una obra a la que he hecho mención en algún post anterior y resulta de obligada lectura para entender porqué España ha caído en la situación que padecemos actual-mente: el paro, la corrupción, el descrédito de la clase políticas, la degradación de sus debates, los desastres urbanísticos y medioambientales, el desprecio de la educación y la cultura, el cues-tionamiento de la sanidad, el relativismo ético y moral, y un largo etcétera, que nos obliga a pensar en cómo hemos podido llegar aquí.

Hacia la mitad del libro, en el capítulo 71, que comienza diciendo: ‘Me he educado yéndome y volviendo y volviéndome a ir…’ habla de escritores autoexiliados como Antonio Machado y de cómo ’…el destierro puede ser un destino honorable…’

Habla de cómo conoció el mar y de sus primeros viajes, como uno en autostop por la Toscana, admirando la fertilidad de la tierra, comparándola con los paisajes desolados de Andalucía o Castilla. Y se pregunta ‘…cómo serían Úbeda o Granada si hubieran recibido un trato parecido al de muchas ciudades de Italia’.

Cuando llega a Lisboa –cuidad que conocí en octubre de 1990, después mi primer maratón, y a la que me encanta volver por la serenidad, el tono reposado, la urbanidad de sus gentes y la ‘aceptación tranquila del desgaste de las cosas hechas para durar’-  hace una reflexión que también he leído en otros autores, como Arturo Pérez Reverte: ‘Quizás nos habría ido mejor si la capital de España hubiera estado en Lisboa y no en Madrid, en una cuidad en la desembocadura de un gran río abierto al Atlántico y no en una meseta…Paseando por Lisboa he notado la amplitud entera del mundo hacia el que se había extendido Portugal…’ ¡Qué gran ocasión perdió España cuando el sol no se ponía en sus dominios!

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