jueves, 12 de mayo de 2016

Espíritu de equipo

Alazne, a la izqierda, entrando en la meta con sus compañeras
Libe y Telmo son dos mellizos a punto de cumplir 7 años, Sus padres, Alazne y Fidel, son atletas populares, runners, enganchados al vicio de correr. Ella es profesora en la Universidad de Deusto y él trabaja en Sayma. Los dos iban a correr el domingo la Carrera de Empresas y contaban con que los padres de Alazne, los aitonas, se ocuparan de las fieras mientras ellos correteaban con sus compañeros de trabajo.

Pero el sábado por la tarde la cosa se tuerce. La amona, tras tres días de fiebre (en silencio) pide ir al médico, señal evidente de que algo no va bien. Diagnóstico: neumonía. Ante la situación, se plantean que uno de ellos cause baja el domingo, dejando colgado al equipo. Pero hay un plan B. Alazne llama a su jefe, el vicerrector… y asunto resuelto. Josean, que así se llama, se ocupó de los dos niños y se implicó tanto en su rol de niñero que hasta aprendió a lanzar la chiva de Telmo. Y Alazne se subió al podium con sus compañeras de la Universidad de Deusto.

Ruben, Pepelu, Ander y yo un año después. Fuimos 3ºs
Esta historia me ha recordado lo sucedido en la primera edición de esta carrera (2008) con el equipo de Kutxa. Rubén y Ander, los más jóvenes, eran nuestros hombres fuertes, mientras que Pepelu y yo, los veteranos, sabíamos que nos iba a tocar hacer la goma. Mientras esperábamos en la salida, sorprendidos de la tardanza de Ander, siempre tan puntual, recibimos su llamada: acababa de ser padre y tenía otras prioridades.

Por allí andaba Igor, paseando a su hija, cómodamente instalada en el coche. Recurrimos a él, que aceptó correr, estando como estaba. Unos compañeros se ocuparon de pasear a la niña. Pepelu le dejó unos pantalones y Vicente, en pantalón corto, cogió la moto, me monté en ella, también de corto, fuimos a casa, cogí un par de zapatillas, volvimos, Igor se las puso y llegamos justo a tiempo de tomar la salida. Ya sé que eran otros tiempos –¿cómo os lo diría?- y que había menos competencia, pero tiene mérito que acabáramos cuartos, mientras la niña de Igor seguía plácidamente dormida.

Estas son las historias de las que os hablaba al final del post de ayer,

¿Quién nos cuenta la siguiente?

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